lunes, 2 de abril de 2007

LAS FIGURITAS REDONDAS

"LAS REDONDAS"...
EL RECUERDO DE CARLOS
COMO OLVIDARNOS?
Era un placer ir al quiosco y, con algunas monedas que habías ahorrado, comprar un paquete de figuritas. Te temblaba la mano de la emoción al abrirlas, para saber si había salido “la difícil” que todo el mundo buscaba o el premio también reservado para unos pocos afortunados. Después era como la vida: alegría por las que no tenías, tristeza por las repetidas de siempre.
Eran redondas, de cartón, redondas como la pelota y como la ilusión de aquellos pibes que, viendo el sacrificio diario de los viejos, soñaban con un mundo mejor.

También servían para socializarte, ya que te permitían el intercambio y la negociación (“te doy tres por esa” o “todo este pilón (como 100) por aquella difícil” y que te ayudaba a completar el álbum. Te fogueaban en la competencia diaria: cada recreo eran infinidad de partidos en el patio del colegio jugando a “la tapadita” o “el espejito”; y el que ganaba se llevaba todas las que estaban en juego. Permanentes triunfos y derrotas, pero siempre la revancha en el recreo siguiente.

Después el placer de pegarlas en el álbum, con plasticota si había o con engrudo (harina y agua) si la plata no alcanzaba. Por el álbum lleno, también había premio.

El tiempo y la modernidad se las llevó: hoy las figus son rectangulares, autoadhesivas, de papel, no sirven para jugar y si te faltan algunas las comprás en el distribuidor. Como el mundo, las figus se volvieron frías.
Carlos Pantano

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