sábado, 9 de junio de 2007

POLICIALES DE ANTOLOGIA

Mauricio Schoklender y su mujer, Cristina Silva
CASO SCHOKLENDER
Lo Recordas?
Historia de un parricidio
Gotas de sangre, justo abajo del baúl de un Dodge Polara bordó.
Eso fue lo que vio el portero de un edificio de Coronel Díaz y Las Heras la mañana del sábado 30 de mayo de 1981. Le avisó a un policía y, curioso, se quedó a ver qué había en el coche.
Lo que apareció allí lo horrorizó no sólo a él, sino a toda la Argentina: los cuerpos maniatados del ingeniero Mauricio Schoklender y de su mujer, Cristina Silva, que estaban encimados y todavía vestidos en ropa de cama.
Saber cómo llegaron a ese baúl tardó algo más. La madrugada anterior, en su piso de Belgrano, sus hijos Sergio y Pablo los habían asesinado. Tras envolverlos en sábanas, armaron sus valijas para simular que la pareja estaba de viaje, los habían metido en el auto y habían escapado rumbo a Mar del Plata.
Los hermanos fueron detenidos 5 días después. Sergio confesó todo y narró un cuadro estremecedor. "Mi madre era alcohólica y adicta a las pastillas. Cuando perdía el control, le hacía insinuaciones sexuales a Pablo", intentó justificarse. Y contó cómo habían acordado para reventarle la cabeza a ella con barras que usaban para ejercitarse, y cómo habían estrangulado a él mientras dormía.

Con el correr de los meses, Sergio cambió su declaración. Primero se hizo cargo él solo de los parricidios. Después, juró que lo habían torturado para que confesara que, en realidad, a sus padres los habían matado una banda de contrabandistas. La Justicia no le creyó y lo condenó a perpetua. A Pablo lo liberaron, escapó y estuvo prófugo hasta 1994, cuando le dieron perpetua. Sigue preso.
Sergio ya está en libertad. Es abogado y, como tal, le tocó defender a los hermanos Da Bouza. Ambos estaban acusados de matar a su padre.

Hoy en Belgrano...
Un matrimonio con dos hijos varones vive hoy en el lujoso departamento de 230 metros cuadrados que hace 20 años ocupaba la familia Schoklender.
Desde el parricidio (30 de mayo de 1981) que envió a Sergio y Pablo Schoklender a la cárcel y convirtió a su hermana, Ana Valeria, en única heredera, el cuarto piso del edificio de 3 de febrero 1480 cambió de dueños cuatro veces.
Los actuales se mudaron hace tres años y sólo después de colocar sus muebles e instalarse en su nuevo hogar se enteraron de la historia de la propiedad.
Los vecinos se encargaron de darles la noticia.
A principios de año decidieron irse.
Le encargaron la tarea de venta a Toribio Achaval, pero le impusieron una condición: mantener alejados a los periodistas.
Para asegurarse privacidad hace 20 días descolgaron del balcón el cartel de la inmobiliaria.

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